Del 24 de abril al 10 de mayo del 2013 emprendí una misión en algunos países de América Latina para seguir impulsando el trabajo que la VIS Foundation está iniciando a llevar a cabo en este continente de la esperanza.
Las andaduras comenzaron en México. Comparto algunas de las actividades que sumariamente realicé en esos días iniciales.
En primer lugar, visité el programa Niños de la Calle, en la colonia Doctores, que se fundó en el 1990 y que ha rescatado de la calle a cientos de niños y jóvenes. Fui con el Lic. Jaime Sa, Presidente de VIS México, y otros miembros del equipo. Paco Peña, el fundador y responsable, nos recibió y explicó con detalle la finalidad e historia de esta institución. El equipo de educadores y psicólogos que trabajan ahí nos enseñaron las instalaciones, especialmente nos mostraron los diversos talleres que desarrollan. Actualmente ayudan a casi 600 niños, niñas y jóvenes en diversos programas de recuperación y prevención. Los voluntarios de esta institución van por las calles buscando niños y jóvenes abandonados para ofrecerles la posibilidad de salir de esta situación y de construirse un futuro mejor. Fue muy emotivo constatar el afecto con el que algunos de los niños y jóvenes de la calle nos recibieron y apreciaron. Dos niñas me regalaron unas cruces de colores que habían diseñado ese día, y unos jóvenes (uno de ellos mudo) me obsequiaron con un dibujo del Quijote hecho por ellos. Entregué la placa que reconoce este centro como parte de la red internacional de VIS, así como un cheque gigante para simbolizar la ayuda que mensualmente la VIS Foundation dona para el pago del alquiler de una de las sedes.
También tuve la oportunidad de conocer otro de los centros de la red VIS Foundation en la capital mexicana, el centro AFEECI que significa “Adolescencia Feliz Evitando Callejerización Infantil”. Esta obra, que se encuentra en Tacuba, fue fundada en 2005 por la hermana Leticia Edith Cruz León que lo dirige hasta el día de hoy. Este centro trabaja con los hijos de los vendedores ambulantes y de las familias más pobres de la zona de Tacuba. Se centran en la prevención de problemas callejeros. Actualmente ofrecen sus servicios de acogida y formación a cerca de cincuenta niños/as y familias. Como nos explicaron, en estos lugares buena parte de la población se dedica al comercio estrictamente ambulante, maquiladoras, empleadas domésticas e incluso algunos ex-presidiarios y prostitutas, quienes al dejar por necesidad mucho tiempo solos a sus hijos, propician un alto índice de delincuencia juvenil, madres solteras, riesgos de “callejerización”, abandono escolar, negligencia, explotación sexual, trabajo infantil, violencia, abusos, provocando así un elevado número de casos de con diversas necesidades psicológicas y pedagógicas. Hacen un trabajo estupendo y me encantó el equipo de trabajo, las instalaciones y el entusiasmo que ponen en el trabajo.
También estuve presente en una de las conferencias que el cuerpo docente de la VIS Foundation México impartió a los padres de familia de los niños que frecuentan el centro Flaymar, en Azcapotzalco, acompañando a la directora de formación integral de la VIS Foundation, la Mtra. Maite Hernández. Eran unas treinta y cinco personas. La Mtra. Mariana Mancilla habló con mucho éxito de la educación de los hijos, especialmente en el ámbito del amor. Me pidieron que introdujera y concluyera la actividad, cosa que hice con mucho gusto. Me alegró volver a ver a la directora, la hermana Sara.
Tuve la ocasión de participar en una actividad de promoción de la acción humanitaria que la VIS Foundation está llevando a cabo en México y de recaudación de fondos. Se trata del coctel que se desarrolló en el local Quetzal, ubicado en la zona de Palmas. Lo organizó estupendamente el Director de la VIS Foundation en México, el Lic. César Arellano. Tuve la ocasión de compartir mi testimonio a los cerca de 100 participantes que se dieron cita para la ocasión, junto con el Lic. Jaime Sa, presidente de VIS México y con el Lic. Paco Peña, fundador y director del Programa Niños de la Calle de la Ciudad de México.
No faltaron varias reuniones con el equipo de la VIS Foundation en ese país. En ellas analizamos el trabajo que se está llevando a cabo en las diversas áreas y programamos las acciones para el próximo año. De manera especial nos enfocamos a la elaboración de un programa de formación integral que se implantaría en los 12 centros que actualmente forman parte de nuestra red en la zona metropolitana de la capital.
Concluí mi estancia en México con la peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Tengo particular devoción a esta Virgen, así que no podía faltar mi visita a la Madre de Dios. Estoy seguro de que Ella nos guía y nos protege en nuestra misión. Ahí celebré la Misa y puse en Sus manos todo el trabajo que estamos realizando en favor de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes de los ambientes más pobres y desfavorecidos de la sociedad.
Posteriormente volé rumbo a Brasil junto con el Lic. Jaime Sa. Ahí viví días muy intensos de trabajo. Por una parte me reuní con la directora de VIS Foundation Brasil, Juliana Mulheiro, para analizar la situación de nuestra escuela Mao Amiga en los diversos campos; sobre todo estudiamos la situación de las campañas de fundraising que nos permitirán llevar a cabo nuestra misión con más amplitud. Por otra parte, tuve reuniones con los abogados para culminar el proceso jurídico de nuestra fundación en ese país, gracias a Dios con resultados muy positivos. Introduje a su nueva responsabilidad al nuevo presidente de la VIS Foundation Brasil, el Padre Sergio Barbosa, al cual agradezco su disponibilidad y ayuda.
El momento más importante fue la visita al Mao Amiga. Se encuentra en una favela muy pobre y degradada de la periferia de la enorme metrópoli de Sao Paolo. Tiene 420 alumnos desde el preescolar hasta la secundaria. Es muy confortante ver el ambiente de serenidad y alegría que se respira junto con una gran seriedad académica. Los niños y niñas de esta escuela proceden de ambientes muy difíciles; basta pensar que la zona limítrofe está considerada una de las más peligrosas del mundo. El equipo directivo y el cuerpo docente están muy motivados y realizan una labor admirable. Vi las nuevas instalaciones del preescolar, muy amplias y luminosas; me gustaron mucho.
Terminé mi estancia visitando las oficinas del equipo de la VIS Foundation Brasil; es el trabajo bien coordinado y el bien espíritu que reina entre todos lo que me hace pensar que la VIS Foundation está llamada a llevar a cabo una gran misión en Brasil. Además aproveché para tener algunas citas con potenciales bienhechores para nuestra obra social en el país.
La última etapa de mi misión se desarrolló en El Salvador. Visité una institución que se llama “Mis pequeños hermanos” ubicada en una zona particularmente desfavorecida cercana a Santa Ana, a unos pocos kilómetros de un gran basurero en el que viven decenas de personas. La simpatía de estos pequeños es contagiosa. Sus vidas han visto un pasado de sufrimientos y de dolor, pero tienen un gran deseo de vivir, de superarse, di construirse un futuro. Cuentan con un pequeño hospital donde he podido saludar a dos de ellos gravemente enfermos. Los directores de esta institución han adherido a nuestra red con mucho entusiasmo y desde ahora la VIS Foundation les ayudará lo más que se pueda para que sigan adelante en su hermosa misión al servicio de los últimos. Antes de irnos me regalaron un Cristo Crucificado que conservo con gran afecto, al cual pido siempre que les proteja y socorra en todas las necesidades.
En San Salvador, la capital, me encontré con diversas personas que trabajan en este campo, para escuchar sus sugerencias, sus ideas, sus iniciativas solidarias; también me entrevisté con eventuales bienhechores. ¡Cuánto se aprende sabiendo escuchar! ¡Cuánta gente generosa y pronta a ayudar a los demás!
Las pupusas, comida típica salvadoreñas, me encantaron. Era la primera vez que visitaba este país centroamericano y me parece que el Señor tiene reservado un plan para la VIS Foundation que me reconducirá pronto por esas tierras.
Antes de salir hacia el aeropuerto para dejar el país, fui a visitar el colegio Mano Amiga. Esta institución cuenta con cerca de 500 alumnos que reciben formación gratuita de calidad y afronta innumerables dificultades para sacar adelante su proyecto. La verdad es que trabajar en favor de los últimos siempre conlleva una serie de dificultades enormes; pero el amor hace que todo se supere y que nada frene el ímpetu de la solidaridad. Me gustaron mucho las instalaciones y en ellas se promueve el deporte como medio privilegiado de formación en los valores.
Mi tour misionero fue un poco cansado pero rico en emociones. Regresé a Italia lleno de esperanza por todo el bien que se puede realizar en favor de los más niños y niñas más pobres. Ante las inmensas necesidades de nuestros hermanos no podemos permanecer indiferentes; es ésta una certeza que cada vez se me clava más hondamente en mi corazón. Estoy más entusiasta que nunca y convencido de que la VIS Foundation está llamada a desempeñar una misión importante para atender las emergencias humanitarias de ese continente latinoamericano tan deseoso de despegar y de volar alto, muy alto, hacia rumbos de mayor progreso y bienestar. Estos pueblos tienen mucho que enseñarnos a los europeos que poco a poco estamos abandonando las raíces clásicas y cristianas. Hace algunos siglos, nuestros predecesores, con mucho sacrificio, llevaron a América el tesoro inmenso de nuestra civilización; ahora ellos pueden devolvernos el favor, ayudándonos a recuperar el inmenso bien que esta cultura debe seguir ofreciendo para el bien de la humanidad.